jueves, 16 de julio de 2009

INTRODUCCIÓN

En materia de policía, en nuestro país conviven los extremos, tenemos lo más avanzado y lo más rezagado del mundo: elementos de élite con estudios de posgrado, entrenados en los mejores servicios de seguridad estadounidenses y europeos, por otro lado, elementos en total abandono con una formación primaria.

Ser policía en este país es difícil; esto parece obvio si se piensa que su trabajo es jugarse la vida combatiendo a los criminales. Pero no, no es esa parte lo que hace tan difícil ser un policía en México.

Si uno desea conocer en qué concepto se tiene a la policía en nuestro país, basta con hacer una pequeña encuesta entre amigos y familiares. "¿Te gustaría que tu hijo o hija fuera policía?" En la respuesta se engloba y se resume el gran reto que enfrentamos.

En otras naciones, ser policía representa para la familia un privilegio que con orgullo los hijos pregonan ante su comunidad y que, sin duda, les brinda un estatus por encima de otras profesiones.

En el caso de México, el prestigio de las corporaciones policiacas comenzó a decaer hace varias décadas, cuando les fueron encomendadas funciones de control social y político. La situación se agravó con la llegada de nuevas tecnologías, que fueron aprovechadas por la delincuencia mientras que las policías en México permanecieron estáticas e inmersas en la corrupción.

Sin herramientas reales rara combatir el crimen con una lógica operacional que aceptaba la corrupción como subsidio, el divorcio autoridad-sociedad fue la consecuencia natural. Ninguna policía en el mundo puede ser eficiente sin el cobijo social

Con una imagen deteriorada, sueldos bajos, nulas prestaciones y socialmente repudiadas, las policías se convirtieron en bolsas de trabajo para aquellas personas que no encontraban empleo. Estos agentes, en algunos casos con poco compromiso, bajo perfil, escasa preparación y en ocasiones dispuestos o predispuestos a cambiarse de bando, no constituyeron un freno real para la delincuencia, la cual fue ganando terreno.

Frente a un panorama nada atractivo como éste, el ciudadano compara con frecuencia el desempeño de policías exitosas en el mundo con nuestra policía. Sin embargo, nos queda claro que la respuesta no está afuera. La solución a nuestros problemas de inseguridad está en México y en nuestras manos.

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