lunes, 13 de julio de 2009

PRÓLOGO

Tuve el honor de conocer a Genaro García Luna, autor de este libro, mientras fui asignado a la Oficina Legal de la Embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México. Él era el Coordinador General de Inteligencia para la Prevención de la Policía Federal Preventiva. Inicialmente, una vez que tuve contacto con él y a raíz del efecto que me causó la impresión por la efectividad de su operación en la PFP, concluí que se trataba de uno de los ejecutivos de la policía más competentes que había conocido desde mi llegada a México. Más adelante, durante el trabajo en común, mi respeto por él creció y me di cuenta de que había descubierto a un gran líder.

De acuerdo con Max De Pree, autor del libro "El liderazgo es un arte", un verdadero líder es quien sirve a su organización. En una agencia de policía, dicho servicio debe enfocarse en los mejores intereses de la comunidad y, para que una agencia de policía sirva a su comunidad apropiadamente, su líder tiene que brindar una visión clara de lo que la agencia debe ser. Esto incluye una estrategia bien definida, que permita a los empleados alcanzar la visión del líder a partir de indicaciones y planes, cuidadosamente concebidos y comunicados, que permitan la participación de todos. El líder de la organización también debe proporcionar las herramientas y los equipos adecuados para que la gente de la organización logre sus metas con efectividad.

El sueño de García Luna de crear una agencia de policía moderna se convirtió en realidad cuando se le propuso dirigir la transformación de la Policía Judicial Federal, dependiente de la PGR, en una agencia federal de policía nueva. Aceptó el reto inmediatamente con la visión de crear una agencia capaz de servir a los ciudadanos mexicanos de la manera más profesional y con los valores éticos más elevados, al mismo tiempo que cuidara el respeto por los derechos humanos.

Con el fin de transmitir su visión al personal de la organización y cambiar una cultura histórica de corrupción, él se involucró personalmente en cada fase del desarrollo de la agencia, incluyendo detalles como la creación del logotipo de la AFI -en el que se echa mano del arte pictórico de la rica y orgullosa historia antigua de México-. Tendría que ser una agencia que vigilara y cuidara la seguridad de los ciudadanos del país las veinticuatro horas del día.

En numerosas ocasiones, vi a Genaro García Luna transformar su visión en dibujos, hechos en servilletas de restaurante, que mostraban con minucioso detalle la creación de la nueva agencia.

Esos dibujos resultaron en el desarrollo de una estructura organizacional que permitiría a los empleados cumplir con su misión de una manera más efectiva. También hizo posible que la agencia adquiriera e implementara una actualizada infraestructura de tecnologías de la información y hasta localizó un edificio -que había pertenecido a la IBM -ideal para una de las agencias de policía más modernas del mundo. Finalmente, esta agencia contó con la infraestructura necesaria para aplicar la inteligencia y combatir al crimen con herramientas estratégicas y tácticas, de manera que quedó colocada a la altura de las agencias de policía más modernas del mundo.

Jim Collins, en su libro "De bueno a grande", reportó los resultados de un estudio de cinco años sobre organizaciones que habían dado el salto a la grandeza, e identificó las características claves que poseían los líderes de dichas organizaciones. Estas mismas características las encontré en García Luna. La investigación de Collins determinó que los grandes líderes encarnan una paradójica mezcla de humildad y voluntad profesional Ciertamente, son ambiciosos, pero primero y antes que nada, son ambiciosos por la organización, no para ellos mismos. Este tipo de líderes muestra gran modestia y es fanáticamente proactivo, con una incurable necesidad de producir resultados significativos. Están resueltos a hacer lo que se requiera para engrandecer a la organización, sin importar qué tan ambiciosas o complejas sean las decisiones que haya que tomar. Muestran una diligencia competentemente ejecutiva y hacen más de los que se alcanza a ver, además de que miran afuera de ellos mismos, para atribuir el éxito a factores distintos a su propio mérito. Cuando las cosas no marchan bien, en cambio, se miran al espejo y asumen toda la responsabilidad.

Al leer este libro, nos damos cuenta de que su autor no se vanagloria por ninguna de las metas cumplidas relacionadas con la creación de la AFI. Tampoco lo hace con los extraordinarios resultados posteriores, a pesar de que mucha gente, incluyéndome a mí, lo colocaría como pieza clave en esta singular historia de éxito. De hecho, éste y numerosos eventos que he atestiguado, son prueba de que García Luna posee las características de un gran líder. Como resultado de su incansable esfuerzo, aunado al de su leal equipo de colaboradores, la AFI es una institución de la que todos y cada uno de los ciudadanos mexicanos pueden sentirse orgullosos, porque fue construida con el potencial para convertirse en una de las mejores agencias del mundo, destinadas a lograr que la ley se cumpla.

En conclusión, habiendo nacido en México y como oficial devoto del cumplimiento de la ley y servidor de la sociedad, me siento orgulloso de haber experimentado personalmente la creación de la AFI, y más aún por considerarme amigo cercano de Genaro García Luna, quien no debe ser calificado sólo como un gran visionario durante la creación de la agencia, sino que también debe ser reconocido por su gran liderazgo. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que la AFI no ha alcanzado su potencial por completo y que todavía se requiere mucho trabajo. Así como ahora y en el futuro, a quien se le dé la oportunidad de servir como líder de esta agencia de procuración de justicia, debería aceptar con orgullo la encomienda y la responsabilidad de trabajar para su continuo desarrollo, y de salvaguardar su integridad como parte del esfuerzo por proteger mejor la seguridad de los ciudadanos de México.

RAÚL O. ROLDAN
Jefe de la División de Crimen Cibernético del FBI


En septiembre de 2001 recibí la noticia que más ha marcado mi vida y que más ha lastimado a mi familia: habían secuestrado a mi esposo. En el desconcierto, mi suegro acudió a la Procuraduría General de la República; llegaron agentes a platicamos las acciones que había que tomar para proteger la vida de Pedro y lograr su pronto regreso a casa.

Los días pasaban, la angustia aumentaba y finalmente fui presa de la desesperación, cuando empezamos a recibir escalonadamente los dedos de su mano. Exigimos hablar con el responsable de la investigación. Así fue que llegamos a un edificio deprimente ubicado en la calle Alva Ixtlaxóchitl; estaba -por decir lo menos- en ruinas. La esperanza en la institución en la que habíamos confiado la vida y libertad de mi esposo decrecieron ante esta imagen.

Nos recibió el ingeniero Genaro García Luna: un hombre singular, joven, impecable en su trato y educación. Lo primero que me pregunté, fue: "¿Cómo una persona con estas caracterís¬ticas, que transmitía seguridad y confianza podía ser el titular de una de las instituciones más desprestigiadas: la Policía Judicial Federal?"

Nos explicó ampliamente los detalles de la investigación. Nos pidió confianza y confiamos en él. Hoy, mi esposo está con nosotros. Gracias al trabajo de inteligencia de los agentes se pudo localizar la casa donde lo tenían secuestrado, se detuvo a los partícipes del delito que tanto daño, que tanta angustia, nos había provocado y se le rescató.

Así conocí al autor de este libro, a quien le tengo reconocimiento por el desempeño de su trabajo. Estoy segura de que su experiencia profesional, su inteligencia y su dedicación son los principales motivos de un cambio tan importante para la seguridad como lo es el nuevo modelo de investigación criminal: la AFI. Falta mucho por hacer, pero la transformación que en sólo 4 años se ha logrado en la policía de investigación a nivel federal ha sido motivo de reconocimientos nacionales e internacionales.

Para definir al ingeniero García Luna, utilizaría dos frases: un filósofo en materia de seguridad y un hombre de Estado. Como decía Comte-Sponville, filosofar es pensar por uno mismo. Él ha dedicado su vida a pensar sobre los sistemas de seguridad en el país, y con las bases de su capacitación nacional e internacional, ha logrado llevar a la práctica aquello que piensa. Estoy convencida de que cree que la justicia, si bien es parte del quehacer político en el sentido de que está a cargo del poder público, no debe politizarse; es decir, que la política no debe in¬fluenciar en el camino de la justicia por razones que no sean las de la ley y la verdad.

Antes de que yo formara parte de México Unido Contra la Delincuencia A.C. (MUCD), la AFI me abrió las puertas: empezamos a dar pláticas en las escuelas y organizamos visitas a las instalaciones de la Agencia para dar a conocer la transfor¬mación del sistema policiaco. El ingeniero García Luna siempre está abierto a las críticas, a las opiniones discordantes y a las propuestas para cambiar. Un don que pocos hombres de poder tienen es escuchar y debatir ideas como si no fueran parte del poder mismo. El autor tiene ese don yeso ha permitido que diversos sectores privados y sociales caminemos con él en el perfeccionamiento del proyecto.

Por esta colaboración he platicado quizá centenares de horas con él y nunca he observado una posición política en su actuación; siempre he visto en él una posición de Estado. Sus acciones y sus palabras están dirigidas a consolidar un proyecto, en el que cree profundamente, con la convicción de que es bueno para México.

El lector podrá apreciar en la obra tres partes bien definidas: la primera, una exposición del deterioro de la policía por muchos años de abandono; luego, un resumen de las experiencias personales del autor vividas desde 1989 como protagonista en los temas de seguridad en México; y la parte más importante, una visión hacia el futuro. Digo que es la parte más importante porque hace una síntesis de la filosofía y la historia de la seguridad en México para responder estas preguntas: ¿Qué hacer en el futuro? ¿Por qué 1,661 corporaciones policiales en el país son insuficientes para garantizar seguridad a los mexicanos? ¿Cómo enfrentar los nuevos retos en un México democrático y responder a la exigencia social de seguridad?

Las respuestas que da el libro no son, ni deben ser, las únicas. El futuro de la policía exige un amplio debate para encontrar entre todos las mejores soluciones.
Estoy segura de que la obra es una lectura obligada para todos los que pugnamos por una reforma integral a los sistemas de seguridad y justicia en un México que pide acuerdos y ya no admite demoras en estos temas.

Mis palabras finales son para Genaro: lo trascendente es que has dado el primer paso abriendo una puerta de confianza a los ciudadanos. Ya no eres sólo una autoridad, para nosotros eres un gran amigo.

MARÍA ELENA MORERA DE GALINDO
Presidenta de México Unido Contra la Delincuencia A.C.

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