Era febrero del 2003. Un día que iba camino a mi trabajo, en las inmediaciones del centro historico de Coyoacan, un coche me dió un cerrón y antes de darme cuenta tenía una pistola en la cabeza y al tiempo que me daban un fuerte golpe en la sien me dijeron en voz baja, entre dientes, "abres el hocico y te lleva la chingada".
Me subieron a una camioneta y empezo mi martirio y el de mi familia. Pasé los dos meses mas horribles de toda mi vida. Entre patadas, ratas, amenazas de muerte y de mutilación pasaron mis días y mis noches, todas igual de oscuras.
Perdí la noción del tiempo, solo sabía lo que escuchaba de conversaciones descuidadas. A partir de ellas supe que mi esposa no conseguía juntar el dinero y me moría de miedo cuando supe lo que pedían: no veía forma en la que pudiera conseguirlo. Era muchisimo mas de lo que valían todas nuestras cosas juntas, incluyendo casa, carro y muebles y todo. Me pareció que ese número era la marca de mi muerte y hubo veces en las que llegue a pedirles que me mataran, que dejaran de torturarnos a mi y a mi familia. Ellos solo soltaban fuertes carcajadas cuando me escuchaban y decían que si no sabía que mi vieja y mi hija estaban en Tlalpan y Sullivan completando el rescate. Mas temblaba cuando me decían que si faltaba algo, estaban tan buenas que a lo mejor ellos les daban algo. Me sentía morir.
Una noche, no se que hora era, pero un fuerte ruido me despertó junto con gritos de todos lados. Estaba muy asustado y no sabía que pasaba pero estaba claro que había problemas porque los gritos se acercaban cada vez mas a donde me tenían amarrado. Escuche que por el radio que tenían le avisaban al secuestrador que acaba de entrar al cuarto que "era los pinches AFIs" y que ya "había valido madre todo". El secustrador volteo en ese momento y con una cara de mucho coraje me dijo "a ti te van a encontrar muerto, pendejo" y levanto su pistola. No pude ni cerrar los ojos del miedo que tenía y solo encomendé mi familia a Dios y me despedí de ellos en mi mente porque estaba seguro que mi vida terminaba ahí mismo. La puerta botó con un fuerte golpe y una figura en uniforme entro como flecha y con pistola en mano, apuntando a la cabeza del secuestrador le grito a todo pulmón "Sueltala o te mueres!. Tienes dos segundos". El secuestrador dudo un instante y viendo la misma decisión que yo vi en los ojos del policía, soltó la pistola.
Días despues me enteré que ese policía era el jefe de todos y que su nombre era Genaro García Luna. Desde ese día, ese nombre es sagrado en mi familia.
Me subieron a una camioneta y empezo mi martirio y el de mi familia. Pasé los dos meses mas horribles de toda mi vida. Entre patadas, ratas, amenazas de muerte y de mutilación pasaron mis días y mis noches, todas igual de oscuras.
Perdí la noción del tiempo, solo sabía lo que escuchaba de conversaciones descuidadas. A partir de ellas supe que mi esposa no conseguía juntar el dinero y me moría de miedo cuando supe lo que pedían: no veía forma en la que pudiera conseguirlo. Era muchisimo mas de lo que valían todas nuestras cosas juntas, incluyendo casa, carro y muebles y todo. Me pareció que ese número era la marca de mi muerte y hubo veces en las que llegue a pedirles que me mataran, que dejaran de torturarnos a mi y a mi familia. Ellos solo soltaban fuertes carcajadas cuando me escuchaban y decían que si no sabía que mi vieja y mi hija estaban en Tlalpan y Sullivan completando el rescate. Mas temblaba cuando me decían que si faltaba algo, estaban tan buenas que a lo mejor ellos les daban algo. Me sentía morir.
Una noche, no se que hora era, pero un fuerte ruido me despertó junto con gritos de todos lados. Estaba muy asustado y no sabía que pasaba pero estaba claro que había problemas porque los gritos se acercaban cada vez mas a donde me tenían amarrado. Escuche que por el radio que tenían le avisaban al secuestrador que acaba de entrar al cuarto que "era los pinches AFIs" y que ya "había valido madre todo". El secustrador volteo en ese momento y con una cara de mucho coraje me dijo "a ti te van a encontrar muerto, pendejo" y levanto su pistola. No pude ni cerrar los ojos del miedo que tenía y solo encomendé mi familia a Dios y me despedí de ellos en mi mente porque estaba seguro que mi vida terminaba ahí mismo. La puerta botó con un fuerte golpe y una figura en uniforme entro como flecha y con pistola en mano, apuntando a la cabeza del secuestrador le grito a todo pulmón "Sueltala o te mueres!. Tienes dos segundos". El secuestrador dudo un instante y viendo la misma decisión que yo vi en los ojos del policía, soltó la pistola.
Días despues me enteré que ese policía era el jefe de todos y que su nombre era Genaro García Luna. Desde ese día, ese nombre es sagrado en mi familia.
Despues de leer pase media hora sin poder parar de llorar. Mi hijo tambien fue secuestrado y también fue García Luna quien lo rescató. En esa epoca el tenía solo 10 años. Boy a tratar de escribirlo aqui
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