viernes, 5 de junio de 2009

¿Te gustaría ser policía?

Octubre 5, 2007 de Luis Venegas

En un seminario reciente, Genaro García Luna, flamante Secretario de Seguridad Pública Federal contó una reveladora anécdota:

En un evento europeo, el ahora secretario fue increpado por una señora que muy enojada le reclamaba haber sido el responsable de que su hijo, egresado del ITAM, se había vuelto AFI. Para ella era una verdadera afrenta que su vástago fuera ahora un ¡policía mexicano! Y es que, cuando empezaba la organización de la AFI (Agencia Federal de Investigaciones), García Luna participó en un evento en el ITAM. Luego de su participación, preguntó: “¿cuánto gana un egresado de esta institución el primer año? ¿5 mil? ¿7 mil? Le damos 12 mil y que venga a ayudar a crear la policía moderna de México”. Se hizo un silencio incómodo pero al final dos o tres se acercaron a él. Y, volvía a preguntar, “¿no se sentirían seguros de que sus compañeros patrullaran cerca de su casa? ¿Dudarían de las capacidades de la persona que terminó sus estudios en esa casa de estudios?

El silencio. Ser policía en México es sinónimo de corrupción, de ineficiencia, de obesidad, de analfabetismo, incluso de delincuencia. ¿Quién fue el culpable de esto? No lo sé. Y para el ciudadano promedio no tiene sentido esta pregunta. Sí que es importante para el estudioso, pero no para la persona que a diario sufre la paranoia de vivir en este país. O quizá en algunas zonas de este país. En todo caso, el mexicano más criminal se convierte en tierna palomita al enfrentarse a la policía de, digamos, Estados Unidos. Otra anécdota:

Hace poco estuve en Los Ángeles. Cinco mexicanos nos subimos a un auto rentado y fuimos a buscar comida a las 11 PM. Quien conducía lo hacía con calma. Y los otros veíamos hacia los lados para intentar descubrir algo abierto. Francamente era una situación sospechosa. Así que, de la nada, un policía en moto nos detuvo. Mi amigo se estacionó. Los demás le dijimos que esparara al policía. Él, acostumbrado a los modos mexicanos, abrió la puerta, salió y lo que encontró fue a un gorila rubio que le apuntaba y le gritaba lindenzas. Cuando el policía angelino se tranquilizó, le preguntó ¿en México no esperan al policía dentro del auto? Fue lo único que hizo dudar a mi valiente amigo. No. Aquí es una ofensa quedarse a esperar que venga el patrullero gordinflón, con olor a garnacha y con acento capaz de asustar al mismísimo Pantera. Pero en Los Ángeles no es así. Luego de las explicaciones de rigor y la prédica de buenos modales del policía James, salimos aturdidos al primer changarro abierto que encontramos. Así de expedito.

El trabajo, lo que quiere Genaro García Luna es titánico. ¿Tiene remedio la seguridad pública en este país? ¿Puede ser digno el oficio de cuidar a los ciudadanos mexicanos? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Cuánto?

No hay comentarios:

Publicar un comentario